El nadador tucumano tuvo que interrumpir su cruce por un cuadro de hipotermia. Lo rescataron al borde del desmayo, e hicieron una montaña humana para darle calor. Su entrenador aseguró que lo intentará nuevamente.
Tras nadar durante más de siete horas, Matías Ola tuvo que salir del agua del Canal de la Mancha sin poder completar el trayecto entre tierras inglesas y francesas. "A la decisión la tomé yo, porque veía que había ido atravesando distintas etapas de la hipotermia y que había llegado a un límite, cuando hablaba conmigo balbuceaba y estaba al borde del desmayo", explica Pablo Testa, su entrenador, en diálogo con eltucumano.com desde Dover, en Inglaterra.
Desde allí partió anoche el sueño del nadador de 34 años, para intentar llegar hasta Calais. Sin embargo, a mitad de camino, hubo que abortar la misión. "Este chico es increíble, él no me decía nada a mí, pero yo me iba dando cuenta de lo que le estaba pasando, así que empezamos a gritarle para que se acerque al barco. Lo agarramos del brazo junto con el capitán, lo ubicamos en unas colchonetas y nos tiramos encima de él para comenzar a darle calor humano", cuenta. Junto a Testa estaba la inglesa Jackie Cobell, una nadadora con quien Matías nadó en Islas Malvinas en 2015, "por la amistad".
A la hora de la partida, el termómetro marcaba 16 grados en el puerto. El agua, sin embargo, estaba por debajo de los 10. "Y venía un viento helado desde el norte que hacía todo mucho más difícil. Es un evento muy duro, se lo compara con subir a la cima del Everest", admite Testa.
Tras el mal momento, Matías regresó a tierra firme en el barco, y luego en un auto que lo depositó en el hotel. Durmió durante horas, se levantó a desayunar, y volvió a la cama. "Estaba un poco triste, golpeado, pero de a poco empieza a recuperar su buen ánimo. Yo le digo que perdimos una batalla pero no la guerra, y que nos llevamos mucho aprendizaje para prepararnos mejor para intentarlo de nuevo", agrega el entrenador.
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